Collage
Elaboro un discurso abstracto sobre el amor, una filosofía de la cosa, que no sería pues, en suma, más que una palabrería generalizada. Sea filosófico, gnómico, lírico o novelesco, hay siempre, en el discurso sobre el amor, alguien a quien nos dirigimos. Porque hablar amorosamente es desvivirse sin término, sin crisis, es practicar una relación sin orgasmo. Así, veía todo su rostro, su cuerpo: sus pestañas, la uña de su pulgar, la finura de sus cejas, el grosor de sus labios, el esmalte de sus ojos, un toque de belleza, una manera de extender los dedos al fumar, estaba fascinado por las causas de mi deseo. Todo se resumió en asumir que el amor no es dialéctico ni reformista, todo se resumió a la sutileza de saberme enamorado.
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